Los alumnos de 2º de Bachillerato disfrutaron a finales de marzo de una convivencia de fin de estudios en Barcelona y Girona. Durante cinco días pudieron disfrutar del bullicio y la monumentalidad de la ciudad condal, con maravillas como la basílica de Santa María del Mar o la Sagrada Familia de Gaudí, conocer tanto los alrededores como el interior de Girona, y también destinaron parte de su tiempo a colaborar en un comedor social de las Hermanitas de los Pobres.

Partimos en furgoneta desde Logroño y, antes de llegar a Barcelona, hicimos un alto en
Montserrat; aparte de visitar la basílica, conseguimos llegar a tiempo de escuchar al coro de la escolanía, un breve pero emocionante concierto a cargo de uno de los mejores coros de voces blancas de España. Seguidamente, comimos disfrutando del paisaje y bajamos a Barcelona, directos al hotel.

Una vez en Barcelona, salimos a dar una vuelta por el barrio gótico, conocimos las famosas Ramblas, visitamos la catedral, la plaza del ayuntamiento y la basílica de Santa María del Mar, más conocida como “la catedral del mar” gracias a la famosa novela homónima.

Al día siguiente nos levantamos temprano y comenzamos una jornada maratoniana de visitas culturales. En primer lugar, nos acercamos a Montjuich, donde vimos los edificios que compusieron el recinto ferial de la Exposición Universal de 1929, ahora aprovechados para grandes eventos y cuyo edificio principal alberga el Museo Nacional de Arte de Cataluña (MNAC). Además, visitamos el Pueblo Español, un complejo cultural que reproduce a escala real, como si de un pueblo típico se tratase, la arquitectura de los diferentes rincones de España: casas castellanas al estilo de Sigüenza (Guadalajara), plazoletas formadas por casa de blancas paredes, más propias de Arcos de la Frontera (Cádiz), una pequeña iglesia románica que bien podría estar en cualquier monte gallego, etc. Desde allí nos trasladamos al famoso Parc Güell, obra del arquitecto Antonio Gaudí, en una de las partes más altas de la ciudad. Desde allí, pudimos disfrutar de unas bonitas vistas de la ciudad condal y de varios exponentes de la arquitectura modernista gaudiana. Bajamos caminando, cruzando toda la zona alta de Barcelona, hasta el templo de la Sagrada Familia, obra del propio Gaudí y que aún continúa en construcción (un proyecto que dura ya más de 130 años). Desde hace unos pocos años ya se puede disfrutar del interior cubierto del edificio y resulta realmente impresionante su visita. Tanto en el exterior como en el interior, las referencias a la vida de Jesús mediante símbolos, esculturas y textos hacen que sea imposible dejar de admirar el ingenio del piadoso arquitecto catalán. Con esta visita dimos por zanjada la jornada. En total, cerca de nueve horas recorriendo la ciudad.

A la mañana siguiente nos acercamos a un comedor social de las Hermanitas de los Pobres de Teresa de Calcuta. Allí, tal y como nos explicaron y pudimos comprobar, se atienden dos turnos en los cuales se da de comer a todos los pobres y mendigos que se acercan. Nuestra tarea consistió en colaborar en la elaboración de la comida, disponer las mesas, servir la comida y recoger después. Una pequeña aportación, pero una experiencia de primera mano sobre las duras condiciones de vida de aquellos más desfavorecidos.

Penúltimo día de viaje. Toca coger la furgoneta de nuevo para irnos a Girona. Pero en lugar de ir directamente a la capital de la provincia, pasamos de largo y nos acercamos al monasterio de Sant Pere de Rodes, en la Costa Brava. Un lugar mágico, en lo alto de la montaña, dominando sobre el mar, y habitado por monjes hasta finales del siglo XVIII. Un complejo monástico donde pudimos imaginar el escenario donde se desarrollaba la vida de los monjes y la influencia del arte románico en este tipo de edificios. Por la tarde, ya en Girona, salimos a dar una vuelta y conocer la catedral y el casco antiguo de la ciudad.

Finalmente, emprendimos el camino de vuelta a casa, no sin antes aprovechar para hacer una parada en Zaragoza, asistir a misa en la Basílica del Pilar y comer por la zona, resistiendo el duro cierzo que soplaba de poniente.

En conclusión, ha sido un viaje para recordar y una buena ocasión para coger fuerzas y moral y afrontar la recta final del curso llenos de energía.