Jaime Bernar Castellanos, uno de los padres promotores de Ayalde-Munabe y durante un período de tiempo director general de COAS, murió el pasado 4 de abril a los 88 años, a causa del Coronavirus. Padre de 10 hijos, estuvo con San Josemaría en varias ocasiones. De él aprendió la urgencia de impulsar labores que cristianizaran la sociedad y que pusieran a Cristo en la cumbre de toda actividad humana, mediante la santificación del trabajo y el servicio a los demás.

En 1969 formó parte del grupo de padres que planificaron y llevaron a cabo la construcción de Ayalde en 1972, y de Munabe en 1976, unos colegios, acordes con las enseñanzas de san Josemaría Escrivá, cuya misión es “sacar a la sociedad hombres y mujeres capaces de mejorarla, mediante el trabajo bien hecho y el servicio a los demás”.

Jaime fue un hombre comprometido. Fue leal con la empresa de poner en marcha ambos colegios y, lo hizo. Pero su compromiso fue más allá. Envió a su hija pequeña, Sisi, a Ayalde, cuando todavía el colegio era un proyecto. Esta tuvo que repetir un año para poder entrar en la primera promoción del colegio. Después, con los años, fue abuelo de un número elevado de nietas que fueron al colegio e incluso en la actualidad, bisabuelo.

Su colaboración con los colegios se ha perpetuado hasta el final, ya que formaba parte del grupo asesor de COAS, y, días antes de Navidad, acudió fiel a la cita de todos los años.

Jaime fue un hombre agradecido. Con ocasión del 40 aniversario del colegio y la publicación de la Memoria del colegio, le hicimos una entrevista en la que agradecía, con el pasar de los años, el espíritu y la confianza de los primeros padres de los colegios. Según queda recogido en esta publicación: “nos apoyábamos mucho en los padres para sacar adelante los colegios. Sin su generosidad e ilusión para hacer unos colegios de inspiración cristiana hubiera sido imposible”.

Jaime fue un hombre generoso. En un momento de su vida (1985) le pidieron, primero, que se encargara de la tarea de gestionar los colegios Ayalde y Munabe y dejó su negocio familiar para ocuparse de este trabajo. En 1990 llegaría también la de Alcaste y en 1993 la de Erain y Eskibel. Se puede decir que la tarea de unificar la gestión de estos primeros colegios en una matriz fue el primer paso de lo que más tarde llegaría a ser el Grupo Educativo COAS.

También fue muy generoso en cuanto a lo material, aunque no le gustaba hablar de ello. Sin embargo, sabemos, por terceras personas, que la imagen de la Virgen del Oratorio de Munabe pertenecía a su familia, y que sin mediar dos palabras se la llevó al recién construido oratorio de este colegio. También su casa de Umbe ha sido prestada para múltiples planes de los clubs juveniles de Getxo y de quien se lo pidiera.

Fue un hombre sincero y sencillo. Cuando le preguntamos sobre la creación de COAS, sin darse la menor importancia, nos comentó: “realmente yo no hice mucho, la idea se le ocurrió a Mariano Bailly-Bailière, con el que trabajaba mano a mano. Se le ocurrió fundar COAS para centralizar los servicios más importantes de cada colegio (contabilidad, personal, proyecto educativo, comunicación y orientación familiar… Fue una gran idea)”. Después llegarían nuevos centros como Umedi, Erain Txiki, Haurkabi y Las Fuentes.

En 1998 le sustituye en el cargo Mariano Bailly-Bailière, con el que había trabajado durante varios años. A partir de ese momento se ocupará de su negocio y de su familia, junto con su mujer, Sisi Borda.

Pero, si algo pudiéramos destacar de Jaime, fue su Fe. Fe en que los primeros colegios saldrían adelante, fe en el bien que estos colegios estaban destinados a ofrecer a la sociedad, fe en la labor y el trabajo de todos los empleados de los colegios, y Fe en el dejarse guiar por Dios para sacar adelante las empresas más importantes de su vida: la de COAS, su familia y la propia de su vida.

En la esquela, publicada en la prensa de ayer, aparecía la siguiente frase recordando las palabras del Evangelio de San Mateo 25-14: “Siervo Bueno y Fiel, entra en el gozo del Sr”. Que así sea. Descansa en Paz, Jaime.

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