En María Andrés, directora de la Oficina del Parlamento Europeo en España y antigua alumna de Alcaste-Las Fuentes, siguen vivos los valores del respeto, la igualdad, la constancia, el trabajo en equipo y el empoderamiento femenino que le inculcaron en su familia y el colegio. Muestra de ello es el proyecto #DóndeEstánEllas que ha recibido numerosos premios internacionales por la visibilidad y presencia de mujeres expertas en diferentes sectores laborales, aunque destaca que lo más importante es “la capacidad real que el proyecto está teniendo para cambiar la sociedad desde el seno de cada organización que participa”.

En esta entrevista transmite el necesario compromiso de cada uno de nosotros con la Unión Europea y sus fundamentos, así como la trascendencia de esta en retos como el Coronavirus. Finaliza compartiéndonos, desde un plano muy personal, algunas travesuras y recuerdos más entrañables de su paso por el colegio.

 

¿Cuál es el objetivo de #DóndeEstánEllas?

El proyecto #DóndeEstánEllas nació hace casi tres años con el simple objetivo de dar visibilidad y presencia a las mujeres expertas de diferentes sectores laborales durante nuestros eventos y conferencias. La iniciativa gustó tanto entre las organizaciones con las que solemos colaborar en España, que enseguida empezamos a tener peticiones para unirse al proyecto por parte de otras instituciones públicas, medios de comunicación, think-tanks, universidades, ONGs…

Hoy somos ya 140 entidades las que hemos firmado el manifiesto #DóndeEstánEllas. Juntos nos comprometemos a visibilizar el talento femenino y medir el porcentaje de mujeres expertas que participan en todas nuestras conferencias o actos públicos, sin imponer cuotas mínimas -cada sector es un mundo- pero con el compromiso cada uno de mejorar sus propias cifras de participación cada año.

 

¿Qué significado tienen para ti los múltiples reconocimientos que está recibiendo la iniciativa?

El Premio Simone Veil, el de Woman Forward, el del Observatorio OBEDES o el galardón de Women in a Legal World son todos reconocimientos inesperados y que nos llenan de ilusión a todo el equipo de la Oficina del Parlamento Europeo en España… pero lo más importante para nosotros está siendo la capacidad real que el proyecto está teniendo para cambiar la sociedad desde el seno de cada organización que participa. Cuando un profesor de universidad me comenta que sus alumnos le llaman ahora por teléfono para señalar cada vez que descubren un programa de charlas en su centro donde no participan mujeres expertas o denunciar que el panel de debate está muy desequilibrado… ese comentario es una muestra de cambio social, de compromiso real con el proyecto y para nosotros es una recompensa todavía mayor que el mejor de los premios.

Si además miramos las cifras de brecha de género en Europa veremos que #DóndeEstánEllas simboliza una batalla que es más importante que nunca, porque la pandemia del coronavirus no ha hecho sino ahondar las desigualdades entre hombres y mujeres en la UE: por las dificultades de conciliación, que a menudo siguen recayendo en las mujeres, porque ellas integran mayoritariamente los sectores más afectados por las restricciones -hostelería, servicios, turismo- y porque además son ellas las que luchan también de forma predominante en primera línea contra la Covid -sanidad, cuidado de mayores-.

¿Qué relación guarda #DóndeEstánEllas con tu trabajo en la Oficina del Parlamento Europeo en España?

Bueno, como todas las buenas ideas, #DóndeEstánEllas nace en realidad de un café informal en la cocina de nuestra sede. Teníamos que organizar una nueva conferencia sobre igualdad para el siguiente 8 de marzo y debatiendo sobre el programa decidimos cambiar de estrategia: En lugar de planear otra charla más, nos planteamos qué podríamos hacer nosotros mismos, nuestra pequeña oficina, para poner nuestro granito de arena y contribuir a la igualdad de oportunidades en Europa. Así nace la idea de este manifiesto, que siempre surgió muy pegado al compromiso de activar a los futuros firmantes con propuestas de acción muy concretas.

Hoy cada uno de los 140 socios debe medir el porcentaje de participación de mujeres expertas en sus actividades públicas y enviarnos la cifra global al final de cada año. Cada 8 de marzo calculamos la media y lo publicamos en los medios de comunicación, con el objetivo de mejorarla anualmente y caminar hacia una mayor paridad en sectores donde a veces no es fácil lograr una ponente mujer: ingeniería, seguridad y defensa, inteligencia artificial, sector de los seguros, banca… hay muchas profesiones todavía hoy muy masculinizadas. Es ahí donde más urgente resulta romper cualquier techo de cristal. Necesitamos crear nuevos referentes femeninos en los que las niñas de hoy puedan mirarse fuera de Instagram y Tik tok.

 

En un contexto tan complejo como el actual ¿Cómo podemos los ciudadanos de la Unión Europea reavivar los principios sobre los que se fundamentó la Unión?

Qué pregunta más difícil… y es tan importante. Creo sinceramente que la sucesión de crisis recientes que hemos atravesado en este siglo (la financiera en 2008, la de inmigración en 2015, el Brexit desde 2016 y ahora una tremenda pandemia global como el coronavirus en 2020) ha hecho crecer el enfrentamiento social, el miedo, la sensación de mucha gente de que sus hijos vivirán con menos oportunidades que ellos. Toda esta incertidumbre es terreno abonado para el crecimiento de partidos eurófobos, de corte nacionalista y tanto de extrema izquierda o extrema derecha, que en muchos sitios de Europa prometen resolver todos los problemas de la gente con soluciones muy sencillas y siempre anti-algo: Anti-globalización, anti-inmigración, anti-europeo.

Todas estas posturas (que responden a un fenómeno global, como hemos visto con Trump y su America first) responden como ya he dicho a un discurso nacionalista y de rechazo al otro, al diferente, al que no es como nosotros. Elevado además a una audiencia más amplia gracias a la desinformación y las conocidas fake news en redes sociales, se trata en el fondo de una narrativa muy peligrosa porque rompe tabúes y amenaza nuestro contrato social y todos los valores que hoy representa la UE: libertad, democracia, unidad, solidaridad.

Y sin embargo, la realidad es tozuda y nos demuestra a menudo que estas posturas extremistas son sencillamente erróneas: que la única manera que hemos tenido de salir de nuestras crisis recientes -financiera, de inmigración, nacionalista o sanitaria- ha sido con más y mejor Europa: colaborando entre todos los países para solucionar de manera conjunta la supervisión de bancos en quiebra de la zona euro, buscando fórmulas de reparto de inmigrantes o peticionarios de asilo, investigando una nueva vacuna o con la negociación conjunta con empresas farmacéuticas para lograr dosis suficientes y accesibles en toda Europa.

¿Te imaginas dónde estaríamos ahora en España, si cada uno de los 27 países hubiera tenido que competir con estas empresas en precio y abastecimiento para lograr su vacuna? Entender esta realidad es entender Europa. En el fondo es muy sencillo: En un mundo incierto y globalizado, dominado por retos universales como el cambio climático, la digitalización, la pandemia del Covid… la UE sirve sencillamente para hacer mejor lo que solo podemos hacer juntos.

 

¿Qué es lo que más recuerdas del colegio?

¿Sinceramente? Más que recuerdos tengo fogonazos, imágenes felices que me hacen sonreír y que vienen y van sin coherencia ninguna. La travesura de escondernos en el baño para acortar dos centímetros la largura de la falda. Las ganas de que tocaran el timbre para salir corriendo al patio con Ana Pérez, Ana Cuesta, Nerea Más, Elisa Orquín, Nerea García… El día que cayó el muro de Berlín y en clase nos explicaron que ‘por primera vez estábamos viviendo un momento histórico que un día saldría en todos los libros de texto’.

Mi primera redacción, un cuento muy cursi sobre un niño y un delfín pero que mi profesora Sofía Santos leyó orgullosa ‘en la salita de profesoras’. El concurso de belenes de séptimo de EGB (decidimos organizarnos por grupos y cada uno hacía las figuritas de plastilina de un continente distinto -cómo disfruté haciendo figuritas de color que caminaban por toda África acercándose al portal-). Mi tremenda manera de desafinar en el concurso de villancicos… ah, y el premio al compañerismo que siempre se llevaba por mérito Sonia Sáenz. Los bocadillos gigantes de Carmen Bujanda…

¿Cómo se ven reflejados los valores que te inculcaron en el colegio en tu actual vida personal y familiar?

Tengo el privilegio de trabajar en un proyecto en el que creo firmemente: la capacidad de trabajar en equipo en Europa para defender valores sociales como el de la solidaridad, el respeto o la tolerancia. ¿Cómo no voy a ver mi trabajo reflejado en la filosofía que siempre me enseñaron en Alcaste?